He visto personas con excelentes
habilidades físicas que practican artes marciales y que se dedican a
corromper el espiritu sintiendo odio por los que logran éxitos,
frustración por no poder poner sus egos en la cima, y sobre todo mucha
rabia y competitividad. Sangre es su consigna!
No
tengo nada en contra de los que anhelan pelear y demostrar a través de
la fuerza y la sed de vencer que son buenos dando golpizas, de hecho,
aunque en lo personal me parezca eso una consecuencia más de la
desmedida testosterona, son dignos de admirar, porque ellos ponen el
corazón, el cuerpo y la mente en la lucha, pero eso es una energía mal
dirigida, es una agresividad en círculos que no trae ninguna paz al que
lo siente. Al contrario.
Aunque
no es el dinero el principal eje de los que pelean de esta forma, sí es
el eje principal de una industria que está creciendo a vertiginosa
velocidad que precisan de estas personas sedientas de sangre para
compensar sus ganancias. Y no digo que esto sea malo, no, todos buscamos
la forma de vivir bien en este mundo economicamente, y como dice un
viejo refrán aquí nada es pecado si tiene denarios el pecador, pero por
favor no se hagan llamar artistas marciales.
No
nos dejemos seducir por este tipo de pensamientos, no ensuciemos
nuestras mentes con esta línea de violencia y agresión indiscriminada,
el practicante de artes marciales no solo debe velar por su
entrenamiento físico, sino también por el espiritual, y no es que nos
querramos creer los samurais del siglo XXI, andar con una katana, con el
pelo largo y el traje abultado, no, los samurais se extinguieron hace
mucho tiempo, los propiamente, los originales, lo que digo es que
extraigamos la esencia espiritual de los samurais, el temple, la
voluntad, el respeto, el honor, la justicia, la disciplina, una especie
de camino para ser mejores seres humanos.
Aprendamos mejor a canalizar nuestra ira a través de las artes marciales, y no las usemos de manpara. y cuando en la calle en vez de repartir golpes y patadas y hacer alarde de tus habilidades te comportas serenamente, te habrás dado cuenta que has librado la verdadera batalla con vos mismo.
Oss