lunes, 24 de octubre de 2011

La desviación del sendero marcial

He visto personas con excelentes habilidades físicas que practican artes marciales y que se dedican a corromper el espiritu sintiendo odio por los que logran éxitos, frustración por no poder poner sus egos en la cima, y sobre todo mucha rabia y competitividad. Sangre es su consigna!

No tengo nada en contra de los que anhelan pelear y demostrar a través de la fuerza y la sed de vencer que son buenos dando golpizas, de hecho, aunque en lo personal me parezca eso una consecuencia más de la desmedida testosterona, son dignos de admirar, porque ellos ponen el corazón, el cuerpo y la mente en la lucha, pero eso es una energía mal dirigida, es una agresividad en círculos que no trae ninguna paz al que lo siente. Al contrario.

Aunque no es el dinero el principal eje de los que pelean de esta forma, sí es el eje principal de una industria que está creciendo a vertiginosa velocidad que precisan de estas personas sedientas de sangre para compensar sus ganancias. Y no digo que esto sea malo, no, todos buscamos la forma de vivir bien en este mundo economicamente, y como dice un viejo refrán aquí nada es pecado si tiene denarios el pecador, pero por favor no se hagan llamar artistas marciales.

No nos dejemos seducir por este tipo de pensamientos, no ensuciemos nuestras mentes con esta línea de violencia y agresión indiscriminada, el practicante de artes marciales no solo debe velar por su entrenamiento físico, sino también por el espiritual, y no es que nos querramos creer los samurais del siglo XXI, andar con una katana, con el pelo largo y el traje abultado, no, los samurais se extinguieron hace mucho tiempo, los propiamente, los originales, lo que digo es que extraigamos la esencia espiritual de los samurais, el temple, la voluntad, el respeto, el honor, la justicia, la disciplina, una especie de camino para ser mejores seres humanos.

Aprendamos mejor a canalizar nuestra ira a través de las artes marciales, y no las usemos de manpara.  y cuando en la calle en vez de repartir golpes y patadas y hacer alarde de tus habilidades te comportas serenamente, te  habrás dado cuenta que has librado la verdadera batalla con vos mismo.
Oss