jueves, 9 de agosto de 2018

Kokoro

Yo no sé si soy una completa jujitsuka o karateka, pero sí sé lo que no soy, sé que no soy una running, no soy chica de gimnasio, no soy ciclista, no soy nadadora, ni fitness ni nada que se le parezca, sólo sé que mi corazón está en un tatami, no son mis pies, no son mis brazos ni mi cabeza los que mandan, me mueve la fuerza del corazón, la pasión hecha forma, adornada con sudor, dolor y frustración, repetición, práctica, cansancio, esfuerzo, lágrimas.

Quizás no tengo esas extraordinarias habilidades innatas que poseen muchos hombres y mujeres para las artes marciales, extremidades largas, gran alcance,  fácil elasticidad, fuerza. Pero, he aprendido con los años que no hay éxito sin esfuerzo, y que no importa que tengas el prototipo perfecto para algo, si no amas lo que haces, no conseguirás nada nunca. 

Es por eso quizás que entreno incesantemente, porque busco construir, porque si no tengo fuerza, la busco entrenando, si no tengo extremidades largas busco velocidad, y así hasta alcanzar los límites, pero vamos, ya sabemos que lo límites los pone uno mismo, así que, mientras tenga kokoro, ahí estaré, en un tatami, embriagandome de vitalidad.