O sensei Morihei Ueshiba tenía alrededor de 85 años cuando se fue de este mundo, a simple vista era un anciano común y corriente, pero una vez dentro de un tatami no era ni tan común y mucho menos corriente.
Le preguntaron en una entrevista radial que si debido a los problemas propios de la edad, sentía alguna vez mermada sus fuerzas cuando practicaba, él sonrió y respondió que cuando sus pies pizaban el tatami era otra persona, sus dolores y sus molestias quedaban afuera y que ahí dentro lo dominaba el arte. No sentía nada. Su mente dominaba su cuerpo. Su energía universal era superior a cualquier dolor físico.
Pensarán muchos, pero él era un maestro y por eso se comportaba así!! y yo no.
Bueno, él empezó como todos, desde cero, pero entrenó su mente, su espiritu y su cuerpo con días, meses y años de constancia, disciplina y voluntad!
Somos seres vulnerables porque nuestro cuerpo físico es, aunque perfecto muy delicado y frágil y debemos cuidarlo como el templo que es, por lo tanto, deberíamos conocerlo para aprovecharlo mejor, conocer nuestras debilidades y fortalezas para sacarle el máximo provecho. Debemos de conocer el límite de nuestro cuerpo y trabajar en ello.
Lo más fácil en esta vida es quejarse, y muchos que empiezan a entrenar un arte marcial se quejan de todo, del ejercicio, de la técnica, del sensei, del tatami, etc., y casualmente, éstos quejones son los mismos que quieren aprenderlo todo en una sola clase y sin que les duela nada, como si el conocimiento práctico y teórico se transmitiera por ósmosis. Aunque los hay algunos con muchos años de entrenamiento y aún siguen quejandose de cualquier cosa.
Bien decía Benjamin Franklin: "El que quiere conseguir algo en esta vida, debe moverse y pasar malos ratos para conseguirlo" Nada se consigue sentado o sólo observando! a excepción de la telequinesia por supuesto.
Hago votos para que, los que nos encontramos en este camino sigamos intentando aprender cada día a ser mejores artistas marciales y por ende mejores personas para nuestro entorno.