El camino de las artes marciales, es un camino de toda la vida. He tenido la dicha y el honor de conocer maestros que después de muchos años siguen practicando como si fuera ayer, con el mismo ímpetu, con la misma disciplina y el mismo amor de cuando empezaron.
Algunos de ellos han alcanzado un nivel elevado en las artes y sobre todo, se han dedicado con entusiasmo a guiarnos en este camino, compartiendo sus conocimientos y enseñándonos la disciplina para seguir.
Sin embargo, como se dice popularmente: "en la vida hay de todo y hasta en las mejores familias pasa", por lo que las artes marciales no son la excepción, es triste ver que muchos se apartan del camino, sólo porque lo único que desean es reconocimiento individual, sin entender que esto es casi un servicio social, que no es para ganar la presidencia ni para que se le rindan pleitesía y mucho menos para convertirse en millonario.
Lo bueno es que podemos encontrarnos con maestros que tengan ese espíritu de enseñar con tesón, con coraje, sin ningún interés económico de por medio, porque al fin y al cabo, el conocimiento es invaluable.
Conozco maestros que enseñan por mera vocación y amor, lo que el practicante le pueda aportar economicamente es insignificante a la par de lo que ellos pueden enseñarnos, no así pasa en muchos lugares donde el practicante paga grandes cantidades de dinero por una enseñanza mediocre y sin espíritu del budo, enseñanzas que dan como resultado personas sin ningún valor marcial y convertidas en meros deportistas (sin menospreciar ningún deporte).
Los que estamos comenzando en este camino nos enfrentamos a muchos
desafíos, el primero es nuestro propio cuerpo, el segundo nuestra mente y
así sucesivamente encontramos una larga lista de obstáculos y retos que
una vez superados nos dan la fuerza para seguir, y si a esa larga lista
le agregamos enfrentarnos con mentes obtusas y falsos maestros, el camino se vuelve un poco más difícil y tenebroso.
Pero, a pesar de todo, el practicante debe de saber en lo más profundo de su corazón que los verdaderos artistas marciales,
practican y enseñan el arte simplemente porque es una forma de vida, es
un camino, es un DO. El verdadero sentido del sendero va mas lejos de
lo que se puede ver con los ojos humanos, no se busca una aprobación
ni un reconocimiento de los demás, para satifacer el egoísmo de
sobresalir, se busca la evolucion del individuo, la comprension del ser.
Las artes marciales tienen como fin hacer de las personas individuos
humildes, serviciales, honestos, corteses, amistosos, con auto control,
sinceros, modestos, respetuosos, honorables,compasivos y honrados, todo
esto envuelve a un verdadero artista marcial, un verdadero caminante
del sendero. La mejoría espiritual debe estar de la mano
con la mejoría física-mental y técnica del artista marcial, porque si
no, se corre el riesgo del mal uso de las herramientas poderosas del
combate.