sábado, 18 de enero de 2020

Algunas palabras

Quien diga que practicar artes marciales es bonito, acogedor y fácil, no tiene la menor idea de lo que realmente es ser practicante de alguna disciplina como Karate Do, Judo, Aikido, Jujitsu.

el Do está lleno de frustraciones y dolor, pero la recompensa vale la pena, solo para aquel que está dispuesto a vencer sus propias frustraciones y debilidades. Y aún así, nadie te asegura que las puedas vencer.

Cuando llegué a un Dojo por primera vez, fue como llegar a otra dimensión, totalmente desconocida para mi, pero ligeramente sospechada. Esperaban que el sudor excesivo, el olor, los golpes, la fiereza y la revolcada, sin mencionar que solo eran hombres, me hiciera echar atrás en mi deseo de aprender, pero la suerte ya estaba echada y mi determinación sólida.

Fue una de las mejores decisiones que he tomado y de las que nunca me arrepiento, aún cuando esa decisión haya trastocado mi vida completamente. Sentirse frágil y poderoso a la vez, estar cansado y fuerte al mismo tiempo, aprender a confiar en ti mismo adquiere otra dimensión.

Nada, absolutamente nada en las artes marciales es bonito y delicado, nada es fácil, el respeto adquiere un significado más real, la obediencia y la humildad son valores que se pulen con cada entrenamiento de cada día, especialmente aquellos días que resultan frustrantes y sin sentido para uno.

Entre más duro sientas el entrenamiento, y me refiero al entrenamiento mental, no al físico, para eso están los gimnasios y similares, más formado tendrás el carácter, cual piedra bruta sale el diamante.

Sin piedad contra la pereza, sal y entrena.

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